Cada mañana que despierto, para mí se hace casi imposible dejar de pensar lo especial que es cómo antes de este amanecer, hubo un cielo cubierto por una extensa oscuridad, como la primera respiración de un bebe, da paso a la vida y como mi propia vida, orientada por mi masculinidad de nacimiento, no hubiera existido sin la presencia de una esencia femenina que alentará mi existir. Eso es la dualidad.
Pero cuando hablo de la dualidad, más que todo su significante presencia en muchas culturas y religiones, especialmente en una tan extensa y rica como la es la de la antigua Maya.
Mi vida, la de todos, está regida según esta cultura por la constante presencia de dos principios de gran supremacía que reaccionan de manera independiente, pero que no dejan de tener un protagonismo entre sí. En mis estudios e investigaciones para buscar nuevas fuentes de inspiración para la realización de nuevas expresiones de arte, he podido darme cuenta de cómo la búsqueda de expresar armonía y equilibrio en cada uno de sus aspectos culturales se hace presente.
Vivir como resultado de la dualidad, es sencillamente entender que en la vida siempre existirán dos fuerzas que se oponen y luchan entre sí, pero también es cierto que en esta lucha siempre se puede conseguir una armonía expresión que se puede admirar.
El Dios Descendente
Lo majestuoso del cielo contra la solidez y firmeza del suelo se enfrentan para dar bienvenida a una divinidad conocida popularmente como el Dios Descendente. Imaginar a un dios bajar del cielo para dar presencia divina a los pueblos de la tierra era algo muy común.
Este dios no solo representa una entidad de fuerza que proviene del cielo, sino que que también resalta esa gran línea diferencial entre los pueblos que se encuentran en la tierra, y que a pesar de sus diferencias esa relación en dualidad siempre estará presente.
Se le representa con una figura con la cabeza hacia el frente, sus brazos colgados a sus costados y piernas flexionadas como si se encontrará descendiendo de los más altos cielos. Su representación histórica y su estética rústicamente tradicional la hacé mucho más llamativa por representar esos detalles tan importantes de la cultura.
Venus – La Estrella Vespertina
Así como el mundo puede darme buenas noticias, para los mayas Venus significaba mucho más que una estrella vespertina que anunciaba la mañana durante casi 90 días en su calendario. Este cuerpo de los cielos mostraba un sinónimo de malas nuevas, de presagios funestos y aproximación de nuevas guerras que afectarían el constante vivir de esta cultura. Una vez más, la dualidad de las creencias y las influencias de una generación antigua se hace presente hasta en la organización de sucesos futuros de esta época pasada.
La mañana es significado de nuevos inicios, pero un cielo adornado con esta estrella matutina, marcaba el inicio de nuevas reacciones y acciones que hacen alarmar a toda una cultura.
A nivel artístico y escultural, Venus es representada como el Dios guerrero que en sus manos se reposa preparados flechas para el ataque, mientras que a un lado en el suelo se encuentra un enemigo mortalmente herido, quien sucumbe en dolor por un dardo en su cuerpo.
Lo que nos hace pensar como un elemento celestial, de gran brillo y presencia, trae consigo un antagonista tan oscuro y cruel, que expresa emociones sumamente conflictivas tanto visual como internamente.
Sintiendo el poder del Sol y la Divinidad de la Luna
Comprender esa constante lucha armónica que se aprecia en la cultura maya y en su historia, no es algo que solo debe ser admirado por medio de libros de textos o visitando centros históricos acá en Tulum, solo debo admirar por mi ventana y ver como la luz del sol reacciona ante los cuerpos de la tierra para crear sombra en un mundo iluminado.
Esta misma relación se encuentra en mi interior y es la que siempre busco expresar ante cada una de mis obras y esculturas, porque así como yo puedo sentir emociones complicadas que buscan salir, sé muy bien que otras también la pueden presenciar en sus vidas.
Esto también se refleja en la presencial del sol y la luna en una cultura tan basta y extensa como lo es la del pueblo Maya, en donde el Sol al expresar un constante latir de vida y firmeza, busca estar en armonía con la delicadeza y espiritual presencia de la luna en un mismo cielo.
Muchas historias dicen que ambos cuerpos celestes buscaban enamorarse y vivir juntos, pero que muy pocas veces en ciertos periodos de tiempo han logrado encontrarse para crear sucesos que han marcado la historia de nuestra humanidad.
En lo personal, pienso que esta búsqueda no solo se ve reflejada en la historia, también hace presencia en mi vida diaria, en mi vida adulta e incluso en mi vida de recuerdos, ya que internamente siempre estamos en ese proceso de encuentro con nosotros mismos, para lograr expresar la mejor parte de nosotros.
Ya sea con palabras, con gestos, con música o en mi caso con esculturas y expresiones plásticas de arte, poder transmitir esa armonía que se encuentra en el conflicto de la historia es vital para el crecimiento y es algo que en mi ha logrado inspirar de manera excepcional.
Nunca seré luz y nunca seré oscuridad, siempre seré una expresión viviente de ambas entidades, que busca con sus manos expresar emociones encontradas, aún no me conozco en totalidad y vivo para conocerme cada día, pero no pasará ningún día que no deje de agradecer a esta gran influencia mexicana, de su cultivo cultural y de su torrente viviente que aún se mantiene en curso por el presente.