Cien años del nacimiento de Leonora Carrington – Germán Arzate Garza

Encontrar a alguien que exprese en el arte sus sentimientos como una respuesta ante todo, es algo que en ciertos y exclusivos momentos de la vida suelen suceder, pero que también encontrar a alguien emplee toda su imaginación de una manera libre para posicionarla como una musa cotidiana, es aún mucho más impresionante. Eso es lo que pienso al escuchar el nombre de Leonora Carrington.

Este año se conmemora 100 años del nacimiento de una conceptualización del surrealismo que tal vez pudo tener sus inicios en la antigua Inglaterra, pero que al llegar a este fértil suelo mexicano, pudo desglosar y lograr transcender su discurso plástico, algo que para mí siempre será una fuente de inspiración sin procedentes.

Encontrar artistas que puedan beber de esa corriente de vida que tenemos cada uno en nuestro interior no es algo común, pero Leonora Carrington, en su camino de descubrimiento y desarrollo pudo demostrarme que no tuvo miedo de descubrir esa realidad alterna que sobrepasaba la comprensión de un pensamiento lógico y que lo único razonable de su arte, es que este era sentimientos y no diseños.

Leonora Carrington – Nace una inspiración surreal.

Al investigar y descubrir un poco más de la historia de Leonora Carrington, saber datos como que su procedencia yace hacia el pasado año de 1917, en donde Lancashire, Reino Unido logro sentir el mundo por primera vez, esta gran mujer que influenciaría la línea del arte surrealista, pero no fue hasta el año 1942, que Leonora sitió la fuerza y la vitalidad del suelo mexicano y decidió quedarse acá para seguir creciendo, viviendo y creando hasta el final de sus días.

Así como yo empecé a experimentar con mis moldes de plastilina a muy corta edad, Carrington sintió ese llamado de vivir a través de la pintura desde  muy joven; y tal vez la época en la que esta gran mujer creció fue uno de los factores que influyó mucho en su decisión de ser artista, porque a través de sus pinturas podía expresar todos esos sentimientos que ella tenía en su interior, que se encontraba realmente herida por los restos que había dejado en ella, la tan terrible Segunda Guerra Mundial.

Como toda buena artística, poder enfrentar la sociedad a través de la esencia del arte es algo que ella también buscaba lograr, y aún más cuando vives en un mundo donde la entidad femenina que crea vida se encontraba siendo aplastada por todas esas convenciones y aclamaciones de una supremacía de la entidad masculina, algo que en lo personal me ha parecido siempre extraño, ya que la mujer es la que hace vida y los hombres… ¿qué hacen?

 

Una fuga hacia el presente

¿Qué artista no quisiera una familia que alentara su curiosidad por el mundo del color y las expresiones artísticas?… Leonora Carrington empezó a relacionar su arte con todas esas lecturas de la época, entre las cuales una en especial relacionada a la esencia del surrealismo, el cual fue un obsequio de su madre. Muchas personas dicen que este acto fue lo que desencadenó su interés, pero yo pienso que esta cadena que ataba su corazón al sentimiento surreal de su arte ya estaba en su interior y esto solo sirvió de trampolín para conseguir un nuevo rumbo para expresarlo aún más.

Carrington viaja a Francia, un país en donde recibió una mano amiga de Max Ernst, quien la ayudó a profundizar cada vez más en la estética y en la libertad del mundo surrealista, pero por desgracia, la Guerra Mundial estaba tocando ya su puerta y estaba decidida a entrar para convertirse en un huracán de sucesos que afectaría su vida, pero también su arte.

Ernst, quien fue su apoyo y su mano amiga en su camino de crecimiento, fue hecho prisionero como resultado de este terrible enfrentamiento, y seguidamente Leonora arriba a España, solo para encontrase internada en un sanatorio que nuevamente volvió a reprimir la expansión de su mente, pero como mujer valerosa y intrépida que era (algo que admiro mucho de ella) logra escapar para ir a vivir a Nueva York, pero esta multicultural ciudad solo significó una pequeña parada para el gran destino de su vida, México.

 

México, un mundo para la imaginación de Leonora Carrington

Que Leonora Carrington llegara a México en 1942 fue una de las mejores cosas que les pudo pasar a todos los artistas plásticos del país, ya que nuestra cultura, nuestra tradición y nuestros escenarios coloridos que nos representa con gran fervor, sirvieron para abrir las puertas de la mente de esta surreal mujer a otro plano de la imaginación.

El mundo que se había creado en el interior de Carrington se vio influenciado por una mezcla particular como resultado de sus nuevas y talentosas amistades, como la fotógrafa Kati Horna y la pintora Remedios Varo, quienes pienso yo, fueron como esos libros de contenido que le ayudaron a crear una expresión visual y artística mucho más atrevida y sensorial.

Ver las obras de Carrington, es como visitar una casa que te invita a ver su interior porque la puerta siempre estará abierta para la interpretación. Una de las particularidades que tuvo esta ingeniosamente artística mujer, es que nunca busco ofrecer traducción de sus obras, ni vagas interpretaciones, porque para ella, el arte era sentir y los sentimientos de cada individuo pueden llevar a escenarios únicos al ser un espectador que entra en fiel contacto con un libro nuevo, con un paisaje especial o una pintura.

Si eres un apasionado de la pintura o esperar llegar a percibir la esencia del verdadero sentir de una expresión surrealista de la imaginación de un artista, entonces no dudes en visitar y descubrir las obras de esta luchadora y expresiva mujer.